Ad Libitum

NO puedo creerlo otra vez, es la quinta vez   este mes, no puede ser posible que siempre tengamos el mismo y reiterativo problema,   mientras las palabras invadían toda la oficina Pamela se mostraba parca y flemática, ni siquiera reflejaba un atisbo de emoción en su bello y pálido rostro; una vez que termino Rodrigo su perorata, asentó la cabeza retrocedió dos pasos y luego le dio la espalda y se retiro para luego entre murmullos decir: “Es siempre el mismo discurso, no se deja entender y luego una es la culpable” . Mantener la perspectiva Que queremos, como lo queremos y cuando lo queremos, parece algo trillado y salido de un cliché de esos viejos y pesados compendios de administración en los cuales se hacía gala magistral del verbo florido y la enmarañada capacidad de dilatar una frase en todo un capitulo, pero vaya que esas exiguas palabras son la base de una comunicación eficiente que resulta en un fortalecimiento constate de una relación de confianza y seguridad re

Mientras Arturo (jefe de abastecimiento) recorría los pasillos con un sentimiento de congoja, sentía que este era el momento que siempre había temido pero que nunca había deseado, el informe de   auditoría interna señalaba que su gestión no solo habia transgredido varios procedimientos a ultranza sino que   reportaba falta de existencias y cohecho pasivo o inerte ante la fluctuación tan contundente de los precios del mercado, de pronto sonó su beeper y allí decía: ---Reportarse de inmediato en la sala de juntas---. Mientras que con los BPM de su corazón llegaban a los 133 el subía tratando de respirar profundamente y con la mano izquierda se secaba una y otra vez el profuso sudor que emanaba de su frente luego de recorrer toda su cabellera, cuando ingreso a la sala de juntas y en un silencio propio de panteón, él con voz entrecortada y nerviosa dijo: “Yo solo cumplía con abastecer a maestranza”, ya que siempre todo era prioritario por eso no podía ampliar la cartera de proveedor